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miércoles, 23 de agosto de 2017

LA CUESTIÓN INDÍGENA EN LA IDEOLOGÍA DEL ESTADO PLURINACIONAL




Una carretera civilizadora desarticula el discurso plurinacional pachamamista e instaura el desarrollismo social darwinista como ideología del régimen masista.
Dos momentos diametralmente opuestos caracterizan el tratamiento de lo indígena bajo el régimen de Evo Morales: un primero que podemos llamar proceso de indigenización donde es evidente la identificación de Evo Morales y el gobierno con lo indígena y un segundo momento de desindigenización marcado por el distanciamiento, ruptura y confrontación con los pueblos indígenas.
a) La fase indigenista del gobierno de Evo Morales
Pese a que el origen político del MAS y el liderazgo de Evo Morales no viene del indigenismo ni del indianismo, una lectura acertada del contexto político que vivía el país les llevó a incorporar a su discurso y a su programa el tema indígena.
La lucha y las demandas de los pueblos indígenas de “tierras bajas” se condensaron en la Marcha por la Vida, Dignidad y el Territorio de 1990 logrando sensibilizar a grandes sectores de la población que vieron esas manifestaciones como justas reivindicaciones, produciéndose una toma de consciencia de la situación de marginación y racismo que la Colonia y la república habían desarrollado sistemáticamente en contra de los pueblos indígenas.
El planteamiento de una Asamblea Constituyente re fundacional que incluyera a los indígenas en un nuevo pacto social fue ganando amplio consenso, particularmente en la intelectualidad boliviana y en vastos sectores criollo mestizos que fueron posteriormente el grueso de la votación a favor del MAS en las elecciones del 2002 y posteriormente el 2005.
Bajo el concepto unificador de Indígena Originario Campesino (IOC) materializa la construcción del sujeto articulador de la base social del masismo. Bajo ese concepto estaban incluidos los indígenas de tierras bajas y tierras altas, los campesinos, los colonizadores, los cocaleros y los núcleos de migrantes urbanos tales como los alteños, los intelectuales aymaras y otros movimientos sociales.
Es así que Evo logra posicionar nacional e internacionalmente su imagen como primer presidente indígena y a su gobierno como el primer gobierno indígena: El 3 de enero de 2006, ya electo presidente, Evo Morales realiza una gira internacional, llegando a cuatro continentes, reforzando su imagen y despertando simpatía y expectativa. Luego, con la finalidad de darle todo el simbolismo, un día antes de la posesión oficial, se realiza en Tiawanaku una ceremonia ritual, una especie de entronización de Evo como líder de los indígenas de Bolivia y con proyección de líder mundial de los indígenas.
Ya en función de gobierno los masistas reafirmaron su tendencia indigenista al interior de la Asamblea Constituyente, haciendo del concepto de “descolonización” y de la transformación de la República en “Estado Plurinacional” sus principales caballos de batalla, incorporando en el texto constitucional lo plurinacional como un tema transversal a todo el andamiaje institucional del país.
La “Cumbre mundial de los pueblos sobre el cambio climático y los Derechos de la Madre Tierra” de Tiquipaya, fue un esfuerzo por consolidar el liderazgo y la imagen de líder mundial indígena de Evo Morales, que llegaría a un resultado negativo en la Cumbre de Cancún en la que Evo Morales fracasa en su intento de liderizar un movimiento mundial en defensa del equilibrio ecológico, la naturaleza y los derechos de la Madre Tierra.
En esta fase, los pueblos indígenas logran importantes avances: además de la dinamización del proceso de titulación de las TCOs y de la imagen favorable hacia la causa de los pueblos indígenas, el avance más notable se dio en el reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indígenas en la Constitución Política del Estado, hecho que les permite una mejor defensa frente al avasallamiento que sufren. En el conflicto actual del TIPNIS, es flagrante la violación de la Constitución Política del Estado por parte del gobierno.
b) La fase anti indígena de Evo Morales y el masismo
Evo Morales en la Presidencia, excluye a los indígenas de tierras bajas de las instancias de poder del Estado. Ningún indígena forma parte del gabinete de ministros, siendo esa una constante. Por otra parte, al acentuarse el carácter caudillista del gobierno, las instancias de deliberación y participación democrática son inexistentes para los indígenas de tierras bajas, terminando aislados. El reclamo por esta situación se ha hecho patente en el conflicto actual donde una de las reivindicaciones más sentidas es la presencia del Presidente, así sea simbólica en la inauguración del diálogo.
La ruptura entre el gobierno de Evo Morales y los indígenas adquiere dimensiones nacionales e internacionales a raíz del conflicto generado por el proyecto de construcción de la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos, partiendo el Territorio Indígena Protegido Isiboro Sécure.
Este conflicto tiene la virtud de desarticular el concepto homogeneizante: Indígena Originario Campesino (IOC) que, hoy muestra su contradicción interna que se hace antagónica entre Indígena Vs. Campesino, lo cual a su vez desarticula el concepto antes unido tierra – territorio, descomponiéndolo en dos visiones antagónicas: tierra, que corresponde a la visión campesinista, colonizadora, cocalera Vs. Territorio que corresponde a la visión indígena.
“Los pueblos indígenas Mojeño, Yuracare y Mosetenes se oponen a la construcción de la carretera que divide en dos el territorio ancestral que por ley les pertenece aduciendo razones medio ambientales, pero principalmente razones de carácter étnico cultural, debido a que la destrucción del parque significa la destrucción del entorno en el cual viven. Tomando en cuenta que son pueblos recolectores, cazadores y pescadores, su dependencia del hábitat es fundamental. La experiencia de lo ocurrido a los pueblos Lecos, Yuracares o Yukis en otros escenarios, los ha convencido que la carretera significara la destrucción de su forma de vida” (Reimy Ferreira)
En respuesta, a la resistencia indígena, el darwinismo social se hace presente en toda su crudeza esta vez de la boca del máximo dirigente de la CSUTCB, Roberto Coraite, quien expresa en conferencia de prensa: "Hay que admitir las necesidades más urgentes, hay que diferenciarlas cuál da más beneficios a nuestros hermanos del TIPNIS; la carretera o mantenerse en la clandestinidad, mantenerse como indigentes, o, mantenerse como salvajes por decir, cuál es más importante, yo creo que esas diferencias hay que admitirlas (…)… No queremos que los indígenas (del TIPNIS) vivan más como salvajes", sostuvo Coraite en conferencia de prensa. (http://www.laprensa.com.bo/diario/actualidad/bolivia/20110906/roberto-coraite-de-la-csutcb-afirmo-que-desea-que-la-carretera-evite-que_5690_9859.html).
c) La querella por la distribución de la tierra es el telón de fondo de la cuestión indígena
El viejo Estado Oligárquico, despojo a las comunidades indígenas aymaras y quechuas de sus tierras comunitarias transformándolas en haciendas. En 1825 ¾ partes de las tierras arables eran de propiedad de las comunidades y solo ¼ era del sistema de haciendas, con la fuerza del poder y la ideología social darwinista arrancaron esas tierras de los “indígenas atrasados e ignorantes y las entregaron a la emprendedora raza blanca”.
La reforma agraria de 1953 reparó en parte la injusticia, pero, bajo la influencia del mismo discurso ideológico, condicionó a la transformación de los indígenas en campesinos, por ello la entrega de tierras fue en propiedad individual, bajo la consigna de “la tierra es de quien la trabaja”. Este proceso afectó las haciendas en el altiplano y los valles, no así en haciendas de tierras bajas donde solo se liberó la mano de obra; es decir, a los indígenas de estas regiones se les dio la posibilidad de instalarse en otras tierras, por la abundancia de éstas. Los pueblos indígenas de tierras bajas fueron marginados del derecho a la propiedad de la tierra, y se consideró baldíos los territorios de los indígenas.
El conflicto del TIPNIS, nuevamente, pone al centro del debate la problemática de la distribución de la tierra: Si bien es verdad que los territorios indígenas abarcan 20 millones de hectáreas tituladas comunitariamente, no menos cierto es que el sector latifundista en el Oriente tiene en su poder otros 20 millones de Hectáreas. Dada la creciente presión que ejercen los campesinos, colonizadores y cocaleros, por expandir la frontera agrícola, el gobierno, lejos de revertir los latifundios y redistribuirlos, (como fue su programa original) ha decidido echar mano a las TCOs de los indígenas de tierras bajas, en nombre del “desarrollo y la civilización”.
“Por eso, la marcha de los indígenas tiene una proyección estratégica que subyace a la misma puesto que está en juego no solo el TIPNIS sino los más de 20 Territorios que son codiciados por grupos de migrantes del occidente que, dado su retraso y forma de vida, siguen considerando a la tierra como el factor central del desarrollo en base a la agropecuaria”. (Iván Arias Durán)
Esta definición del gobierno de Evo Morales de no tocar los latifundios y echar mano a las tierras de los indígenas, prefigura un eje cocalero – latifundista bajo la bendición del gobierno.
“(…) de la noche a la mañana, los agroindustriales (esos chupasangres, agentes del capitalismo, separatistas, encarnaciones de la antipatria y que “querían derrocar al indio”) son tratados con guante blanco, recibidos en Palacio y honrados con la presencia estatal es sus foros como en sus ferias. Ahora son los llamados a salvar a Bolivia del hambre y del aislamiento. Así, el eje cocalero-agropecuarios emerge ante la destrucción de la centralidad indígena y de los movimientos sociales. Y es que entre empresarios siempre es más fácil entenderse, porque a la hora de la verdad, negocios son negocios y el resto es cháchara.(…)” (Iván Arias Durán)
d). La crisis del discurso pachamamista
El conflicto por el TIPNIS tiene además la virtud de poner en evidencia la farsa de la tan alardeada defensa de la madre tierra. Los hechos, más que el discurso (aunque hoy también el discurso) han desnudado al gobierno mostrando su postura decididamente desarrollista. El discurso de respeto a la naturaleza resulto una impostura que utilizaron para engatusar a ambientalistas y “románticos”. El crecimiento desmesurado de los cultivos de coca y la legalización de 100 mil autos chutos echan por tierra el discurso pachamamista. Que lejano esta el día en que el grito “Naturaleza o muerte” en la boca del presidente Evo tuvo alguna credibilidad.
e). La guerra anti-indígena
La marcha en defensa del TIPNIS opero como por arte de magia que los indígenas pasen de héroes del proceso de cambio a villanos despreciables: La saña con la que el gobierno y los cocaleros atacan a la marcha indígena son francamente inaceptables de quienes se dijeron en algún momento gobierno indígena. Los han acusado de ser agentes del imperialismo, traficantes de madera, traficantes de tierras, gente sin personalidad, manejados por las ONGs corruptos, que no representan el sentir de sus bases, de buscar solo intereses personales, sectoriales, políticos, convirtiéndose en enemigos de los intereses nacionales.
El gobierno ha organizado marchas y concentraciones de cocaleros en contra de los indígenas; ha despejado los bloqueos a favor de la marcha indígena y está impulsando el bloqueo y la emboscada en Yucumo con el argumento de “obligarles a dialogar” con el grave peligro de enfrentamiento entre bolivianos, de cuyo saldo querrá luego culpar a los indígenas; esta guerra sucia contra quienes fueron sus aliados y a quienes les deben en gran medida su llegada al gobierno.
Conclusiones
1. La única posibilidad de convertir Bolivia en un Estado Plurinacional real y no solo en el papel, es respetar la cultura, el territorio y la autonomía de los pueblos indígenas que todavía quedan en condición de tales: principalmente los indígenas de tierras bajas, los núcleos aymaras y quechuas que viven conservando el sistema comunitario, y otros pueblos que por el aislamiento han mantenido su identidad cultural. Ciertamente que esta postulación es contradictoria con el régimen fuertemente caudillista de Evo.
2. El paradigma ideológico dominante en el tratamiento de la cuestión indígena a lo largo de la historia de Bolivia ha sido el “Darwinismo social”, con cuya argumentación justificativa las clases dominantes emprendieron el exterminio indígena unas veces por la vía del genocidio y otras por la vía del etnocidio.
3. La ideología social darwinista fue el justificativo con el que la vieja oligarquía, arrebató las tierras de las comunidades a favor de los hacendados; el nacionalismo revolucionario campesinizó al indígena; y el Estado Plurinacional pretende hoy en nombre del desarrollo (y la civilización), en complicidad con los latifundistas, “colonizar” los territorios indígenas.
4. De las definiciones que ha tomado el régimen se infiere su naturaleza de clase: Si con el gasolinazo se reveló su carácter anti obrero y anti popular, el conflicto del TIPNIS revela su carácter anti indígena. Transnacionales petroleras, burguesía financiera, burguesía latifundista, empresariado minero, cocaleros, campesinos, colonizadores, militares, alta burocracia estatal; operadores de la economía ilegal de la coca y el contrabando son los sectores beneficiados del régimen y los que constituyen su núcleo duro de sustento político.
5. En relación al TIPNIS, la oposición a la construcción de la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos se sustenta en argumentos muy sólidos: a) atenta contra la naturaleza y la biodiversidad: b) Es un etnocidio; c) viola la CPE, el convenio 169 de la OIT y otras normas; d) favorece la economía legal e ilegal de la coca; y e) existen denuncias de sobreprecio.

jueves, 17 de agosto de 2017

LA BOLIVIANIDAD ES ROJO AMARILLO Y VERDE




El 17 de agosto de 1825 la Asamblea Constituyente creó la bandera de nuestra naciente República, un rectángulo de dos franjas verdes iguales en los extremos superior e inferior y una roja, más ancha, al centro, con cinco medios óvalos formados por ramas de olivo y laurel, y dentro de cada óvalo, una estrella de color oro. Esta bandera fue modificada el 25 de Julio de 1826, cambiando la franja verde de la parte superior por una franja amarilla, igualando el ancho de las tres franjas y en lugar de las cinco estrellas de oro, las armas de la República rodeada por dos ramas de olivo y laurel. Con esta bandera Bolivia participó en la Confederación Perú boliviana en los años 1836 a 1839, y también flameó en los campos de Ingavi en la victoria sobre el Perú, que consolidó la República de Bolivia en 1841.

Posteriormente, por iniciativa del Presidente Belzu, la Convención Nacional, reformó definitivamente nuestra enseña patria adoptando la tricolor rojo, amarillo y verde, bandera que fue izada solemnemente por primera vez el 7 de noviembre de 1851 en el faro de Conchupata, ciudad de Oruro donde se había reunido la Convención Nacional.

La historia de nuestra tricolor a partir de su estreno en 1851 está ligada a la difícil misión de consolidar “nuestra bolivianidad” como categoría esencial que nos identifique frente al mundo, ya que quienes heredamos la patria que forjaron los creadores de Bolivia somos un conjunto de seres humanos muy diverso étnica, cultural, regional y socialmente.

Y efectivamente, al principio de la república, era ilógico pensar que las grandes mayorías indígenas, los mestizos pobres, los analfabetos y las mujeres, a quienes se había excluido de la vida política y privado del ejercicio de sus derechos ciudadanos, pudieran identificarse como pertenecientes a la bolivianidad. Ni siquiera la guerra del Pacífico, de tan dolorosas consecuencias para el país, tuvo la virtud de universalizar “lo boliviano”.

Fue recién a partir de1932 que, indígenas, mestizos, criollos, mujeres, ricos, pobres y toda nuestra diversidad humana se fundió en el crisol de la bolivianidad bajo el ardiente fuego de la guerra del Chaco y, como no podía ser de otra manera, lo hizo enarbolando la rojo, amarillo y verde. La unidad lograda en el Chaco protagonizó la revolución de 1952 que instauró la ciudadanía universal y puso las bases para la consolidación de lo boliviano como nuestra identidad globalizante, aunque lo hizo bajo el signo del avasallamiento cultural.

Con la instauración de la democracia contemporánea en octubre de 1982, los pueblos indígenas reivindicaron su identidad originaria y particularmente algunos grupos aymaristas intentaron sustituir la tricolor con la wiphala; sin embargo, chocaron contra el sentimiento de bolivianidad ya profundamente enraizado en la mente y corazón del conjunto pluricultural, regional y social diverso de aymaras, quechuas, guaraníes, mestizos, criollos, etc., quienes con orgullo enarbolan la tricolor y reclaman su pertenencia a Bolivia, sin perder su identidad de origen.