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miércoles, 31 de julio de 2019

CISMA Y REALINEAMIENTO DE LA IZQUIERDA


Según el diccionario la palabra cisma significa división o separación que se produce en el seno de una organización. Precisamente eso es lo que ha sucedido en la izquierda boliviana que en 2005 había recibido el respaldo ciudadano de la mayoría absoluta de votos, veamos:

El 23 de diciembre de 2015, a tiempo de pedir apoyo para la reforma constitucional que le permitiría re-re-re-postular para las elecciones de 2019, el presidente Evo Morales afirmaba: "En política solo hay izquierda o derecha, estamos con el pueblo o con el imperio”, agregando que “quienes se dicen independientes son en realidad partidarios del imperio". Con esta expresión Morales se atribuía el monopolio del izquierdismo, algo así como “la izquierda soy yo y quien no esté conmigo es de derecha o partidario del imperio”.

Esta afirmación rotunda que en 2005 pudo convencer ampliamente, en vísperas del referéndum del 21F sonó hueca, puesto que en 2010 ya la izquierda gobernante había iniciado su división con la ruptura de la alianza entre el MAS y el MSM de Juan del Granado. El fraccionamiento entre los "sin miedo" y los masistas, empezó con las declaraciones del vicepresidente García quien acusó a sus exaliados de desleales, por invitar a militantes oficialistas que no fueron postulados a las candidaturas a gobernación y alcaldías. Diferencias que se hicieron insalvables con las declaraciones del presidente Morales, quien calificó al MSM como “el basurero del MAS”.

Paralelamente, personalidades políticas de la izquierda boliviana como Filemón Escóbar, Loyola Guzmán, José Antonio Quiroga, Guillermo Mariaca, Pablo Solón, Raúl Prada, Roger Cortez y referentes ideológicos del movimiento popular e indígena como Xavier Albó, Silvia Rivera, Raquel Gutiérrez habían tomado distancia del MAS en el poder.

Pero fue el voto mayoritario por el No a la re-re-reelección el que hizo evidente el cisma de la izquierda ya que en dicho No estuvo presente, sin ser principal protagonista, la fracción democrática de la izquierda boliviana. El 21F que significó para los bolivianos un cambio en la mentalidad política y un cambio en la correlación de fuerzas, puso al descubierto el cisma izquierdista en dos fracciones, por un lado la izquierda autoritaria alineada al eje Venezuela, Cuba, Rusia, China, e Irán que dijo Sí a la re-re-re-elección y por otro lado la izquierda democrática sin alineamiento internacional que se adscribió al mayoritario No.

Hacia las elecciones de 2019 el escenario presenta ideológicamente dos extremos polarizados: el binomio ilegal Evo-García en la izquierda, y la candidatura de Óscar Ortiz en la derecha. En efecto, Evo representa la fracción de la izquierda radicalizada en el autoritarismo, cuestionada por la corrupción, narcotráfico, abuso de poder, machismo, etc. y Óscar Ortiz representa el intento de rearticulación de Demócratas de Rubén Costas, partido acusado por el MAS de representar a la oligarquía cruceña y la derecha separatista.

Ante dicho panorama, la izquierda democrática ha optado por incorporarse a Comunidad Ciudadana constituyendo alrededor de Carlos Mesa y Gustavo Pedraza un movimiento político plural ideológicamente ubicado en el centro, y lo ha hecho bajo un firme cuestionamiento ético, enarbolando las banderas de la legalidad, defensa de la Constitución, respeto a la soberanía popular expresada en el voto del 21F y la defensa de los genuinos derechos humanos.

Esta opción no es oportunista ni casual, sino que corresponde a la necesidad de articular a la izquierda democrática, que fue la verdadera conductora de las luchas contra las dictaduras militares, con los movimientos ciudadanos emergentes, para la preservación del legado democrático y su proyección al futuro, libre de autoritarismos, tiranías y dictaduras de viejo y nuevo tipo.

LA CANDIDATURA DE LOS OBLIGADOS


La renuncia de Edwin Rodríguez, candidato vicepresidencial de la alianza Bolivia Dice No, tomó de sorpresa no solo a los candidatos legales e ilegales, sino a toda la ciudadanía ya que, más allá de las justificaciones y explicaciones, el efecto político es un cambio fundamental en el posicionamiento político ideológico de dicha alianza, lo cual a su vez, provoca una reconfiguración del panorama político nacional.

Veamos: el 14 de noviembre de 2018 el Tribunal Electoral anunció, entre otros, el registro de la alianza “Bolivia dice no” constituida por Unidad Nacional (UN) de Samuel Doria Medina y el Movimiento Demócrata Social (Demócratas) de Rubén Costas, partidos que ya habían sido aliados para las elecciones de 2014 en las que participaron con el nombre de Unidad Demócrata postulando a Samuel Doria Medina de UN a la presidencia y aErnesto Suárez de Demócratas a la vicepresidencia.

Sin embargo, a pocos días de su inscripción, la alianza Bolivia Dice No, se fracturó a raíz del desacuerdo en la nominación del candidato presidencial, por lo cual UN comunicó al Tribunal Electoral su retiro de la Alianza y su decisión de no participar de las elecciones generales de 2019. Este hecho fue calificado como “cobardía política de Samuel” en un comunicado oficial de Demócratas. “Cobardía política”, “falta de respeto a compromisos” y “burla a la democracia” fueron los calificativos que exteriorizó por su parte, el vicepresidente de Demócratas, Ernesto Suárez, sobre la decisión de su socio.

Es así que Doria Medina solicitó al TSE el retiro de UN de la alianza, pero el órgano respondió que el trámite “no cumple con lo estipulado en el acta constitutiva de la alianza que determina que la disolución debe ser de mutuo acuerdo”. Por ello, el 5 de diciembre de 2018 el TSE confirma que la alianza Bolivia Dice No permanece vigente. Con base en esa decisión del Tribunal Electoral, Demócratas inscribió el binomio Óscar Ortiz y Edwin Rodríguez bajo el paraguas de la ya inexistente alianza Bolivia Dice No.

De esta manera, UN fue obligada a permanecer en la alianza Bolivia Dice No. Aunque dicha permanencia obligada es una formalidad, ya que tanto Samuel Doria Medina como su partido anunciaron respaldar la candidatura de oposición mejor posicionada para enfrentar al candidato oficialista.

Ahora bien, lo sucedido con la renuncia de Jaime Paz Zamora a la candidatura presidencial del Partido Demócrata Cristiano nos indica que, en el caso de Edwin Rodríguez, su renuncia también será rechazada y por efecto de la ley de organizaciones políticas será obligado a mantenerse como candidato vicepresidencial de la existente, ahora solo formalmente, alianza Bolivia Dice No, configurando una “candidatura de los obligados”, quedando, en la realidad, solitario el candidato presidencial Óscar Ortiz.

Este cambio no solo afecta a la candidatura de Óscar Ortiz, sino que modifica el escenario político del país, puesto que el partido de Rubén Costas, Demócratas que –a través de la alianza con Doria Medina al principio y luego con la candidatura vicepresidencial de Rodríguez– lograba una imagen nacional superando su condición de partido regional anclado en Santa Cruz. Sin Doria Medina y sin Rodríguez vuelve a su condición de partido de alcance regional, con el agravante de estar posicionado por el masismo como partido de la oligarquía cruceña y de la derecha separatista.

En este sentido, la reconfiguración del panorama político nacional se ha tornado favorable a Comunidad Ciudadana que aparece como una fuerza de centro, teniendo a su izquierda al masismo y a su derecha a Demócratas con la sigla Bolivia Dice No, una posición ciertamente ventajosa que, presentando una lista de candidatos a parlamentarios con gente prestigiosa en los distintos departamentos, tiene la posibilidad cierta de alzarse con la victoria, aún pese a la presunta acción del Tribunal Electoral, acusado de parcializarse a favor del binomio ilegal del oficialismo.

Los próximos pasos darán la pauta definitiva de lo que sucederá en octubre de 2019.