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jueves, 17 de agosto de 2017

LA BOLIVIANIDAD ES ROJO AMARILLO Y VERDE




El 17 de agosto de 1825 la Asamblea Constituyente creó la bandera de nuestra naciente República, un rectángulo de dos franjas verdes iguales en los extremos superior e inferior y una roja, más ancha, al centro, con cinco medios óvalos formados por ramas de olivo y laurel, y dentro de cada óvalo, una estrella de color oro. Esta bandera fue modificada el 25 de Julio de 1826, cambiando la franja verde de la parte superior por una franja amarilla, igualando el ancho de las tres franjas y en lugar de las cinco estrellas de oro, las armas de la República rodeada por dos ramas de olivo y laurel. Con esta bandera Bolivia participó en la Confederación Perú boliviana en los años 1836 a 1839, y también flameó en los campos de Ingavi en la victoria sobre el Perú, que consolidó la República de Bolivia en 1841.

Posteriormente, por iniciativa del Presidente Belzu, la Convención Nacional, reformó definitivamente nuestra enseña patria adoptando la tricolor rojo, amarillo y verde, bandera que fue izada solemnemente por primera vez el 7 de noviembre de 1851 en el faro de Conchupata, ciudad de Oruro donde se había reunido la Convención Nacional.

La historia de nuestra tricolor a partir de su estreno en 1851 está ligada a la difícil misión de consolidar “nuestra bolivianidad” como categoría esencial que nos identifique frente al mundo, ya que quienes heredamos la patria que forjaron los creadores de Bolivia somos un conjunto de seres humanos muy diverso étnica, cultural, regional y socialmente.

Y efectivamente, al principio de la república, era ilógico pensar que las grandes mayorías indígenas, los mestizos pobres, los analfabetos y las mujeres, a quienes se había excluido de la vida política y privado del ejercicio de sus derechos ciudadanos, pudieran identificarse como pertenecientes a la bolivianidad. Ni siquiera la guerra del Pacífico, de tan dolorosas consecuencias para el país, tuvo la virtud de universalizar “lo boliviano”.

Fue recién a partir de1932 que, indígenas, mestizos, criollos, mujeres, ricos, pobres y toda nuestra diversidad humana se fundió en el crisol de la bolivianidad bajo el ardiente fuego de la guerra del Chaco y, como no podía ser de otra manera, lo hizo enarbolando la rojo, amarillo y verde. La unidad lograda en el Chaco protagonizó la revolución de 1952 que instauró la ciudadanía universal y puso las bases para la consolidación de lo boliviano como nuestra identidad globalizante, aunque lo hizo bajo el signo del avasallamiento cultural.

Con la instauración de la democracia contemporánea en octubre de 1982, los pueblos indígenas reivindicaron su identidad originaria y particularmente algunos grupos aymaristas intentaron sustituir la tricolor con la wiphala; sin embargo, chocaron contra el sentimiento de bolivianidad ya profundamente enraizado en la mente y corazón del conjunto pluricultural, regional y social diverso de aymaras, quechuas, guaraníes, mestizos, criollos, etc., quienes con orgullo enarbolan la tricolor y reclaman su pertenencia a Bolivia, sin perder su identidad de origen.

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