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domingo, 4 de febrero de 2018

ELEGIR AL DEFENSOR DEL PUEBLO POR VOTO UNIVERSAL




Al observar la actuación del Defensor del Pueblo, surge la interrogante: ¿A quién defiende? La respuesta ciudadana es categórica: “el Señor Defensor del Pueblo defiende al gobierno y no al pueblo”. Es así que el Defensor ha llegado al extremo de utilizar la defensoría en acciones de represión, primero contra los médicos mediante un recurso de acción popular y ahora, a través de su representante en Cochabamba, pretendiendo sancionar a los niños que estuvieron en las calles con sus padres en el pacífico paro ciudadano que consiguió la abrogación del Código del Sistema Penal.

¿Por qué el defensor del pueblo defiende al gobierno y no al ciudadano como es su deber? La respuesta ciudadana es contundente: “Siendo que el defensor del pueblo fue nombrado gracias a los dos tercios que tiene el evismo en el Parlamento, le debe el cargo al Presidente Morales y para conservarlo debe apoyar al gobierno”.

Esta situación me lleva a otras preguntas ¿Qué sucedería si la elección del defensor del pueblo fuera por voto universal? ¿hubiera sido elegido el candidato del evismo? Estoy seguro que no. Es más, si la votación hubiera sido por voto popular el mismo evismo habría mejorado su candidato, pero, como tiene mayoría en el parlamento, se da el lujo de rechazar a los mejores y elegir a su gente más “leal”.

Aunque, en mérito a la verdad, debemos señalar que la elección del Defensor del Pueblo por el Parlamento no siempre fue negativa, así hubo defensores, personas respetables con probados antecedentes en la defensa de los derechos humanos, como Ana María Romero de Campero, Waldo Albarracín Sánchez, y Rolando Villena, defensores que hicieron respetar su investidura y ejercieron sus atribuciones constitucionales para hacer respetar los derechos ciudadanos siempre amenazados por los poderosos de turno.

Quizás el mecanismo podía haber seguido funcionando positivamente, sin embargo, el propósito actual del presidente Morales de prorrogarse en el poder, ha pervertido el mecanismo de la elección parlamentaria de autoridades, llegando al extremo de nombrar un defensor que, tergiversando totalmente los objetivos por los que fue creada la defensoría, asume acciones represivas en contra los ciudadanos a quienes juró defender.

Esta experiencia perversa, que podría repetirse si otros caudillos lograran mayorías parlamentarias como la actual, nos permite plantear que el pueblo pueda elegir a su defensor por voto universal, sin la intervención del parlamento. Una elección en papeleta separada, que podría realizarse en la misma fecha que la elección presidencial. Un defensor elegido directamente por el pueblo se convertiría además en un contrapeso muy necesario para los presidentes y otras autoridades que, al no tener un contrapoder ciudadano, cometen impunemente abuso de poder.

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